"Lo perdí todo otra vez”: una ucraniana desplazada en dos oportunidades reconstruye su vida en Japón

Olga, de 38 años, fue desplazada por segunda vez cuando tuvo que escapar de Ucrania tras la invasión en febrero de 2022 y se estableció en Japón. La primera vez fue en 2014, cuando el conflicto estalló en Luhansk, su ciudad natal en la región de Donbas. Ahora, por segunda vez, ella debe reconstruir su vida en un país extranjero por sus propios medios y lejos de su familia.  

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“Siento culpa”, fue la primera frase que dijo cuando se le preguntó acerca de cómo se sentía con su nueva vida en Japón. “Algunas personas creen que me siento mal por mí, pero no es así, acá tengo una vida mucho mejor”.  

Después de haberse ido de Luhansk en 2014, comenzó su nueva vida en la capital Kiev. Usando lo que sabía de japonés, logró conseguir un empleo hasta que tuvo que escapar nuevamente.  

“Durante ocho años trabajé duro para rehacer mi vida desde cero, para luego perderlo todo nuevamente”, dijo Olga. 
 

Pasó aproximadamente una semana refugiándose en una estación de metro con otros ucranianos cuando la invasión empezó. En medio de sirenas que no paraban de sonar, sintió que su vida estaba en peligro y decidió irse de Ucrania llevando tan sólo una mochila. Después de medio día en un tren atestado, sin espacio como para poder sentarse, finalmente llegó a Lviv en la zona occidental de Ucrania. 

“Hasta que la guerra comenzó no tenía posibilidad alguna de pensar en mi país”, dijo Olga, enfatizando que no podría haber sobrevivido en la estación de metro ni tampoco haber escapado de Ucrania sin la ayuda de otras personas. “Ahora que estoy lejos de mi hogar, me doy cuenta de cuánto amo a mi país y a su gente”.  

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Olga tiene parientes que viven en Rusia y en Belarus, pero no podía pedirles ayuda. “Somos parientes cercanos, pero ellos ahora nos ven como enemigos. Nunca imagine que la propaganda podría llegar a cambiar las cabezas de las personas con tanta facilidad”.  

Por ese motivo decidió apoyarse en su amiga que había escapado de Luhansk en 2014 y ahora estaba viviendo en Portugal. Primero se fue a Polonia para poder tomar allí un autobús para ucranianos que estaba lleno de mujeres, niños y sus mascotas. Después de haber atravesado Alemania, Francia y España, finalmente pudo llegar a Portugal. “No era cansancio físico sino un tremendo estrés”, reflexiona.  

Ahora que estoy lejos de mi hogar me doy cuenta de lo mucho que amo a mi país y a mi gente.

 
En Portugal empezó a pensar en mudarse a Japón. Recibió un mensaje de su exprofesor universitario japonés que le ofreció ayuda. Con su asesoramiento, logró conseguir una oferta laboral del Centro de Cooperación Internacional de Japón. Un amigo del profesor le prestó una garantía y fue así como pudo comenzar a vivir en una casa compartida de propiedad de ese garante y a trabajar a partir de julio de 2022. 

Ahora le enseña japonés a otros extranjeros, ayudando a los que buscan empleo, y asistiendo a ucranianos para que encuentren apoyo en Japón. “Es difícil para los ucranianos encontrar trabajo, sobre todo el trabajo que cada uno desearía tener. Sin la ayuda del profesor, ni siquiera hubiese podido postular para mi actual empleo, y por eso le estoy muy agradecida”.  

 
Olga, que también coopera con la investigación de la OIM sobre la integración de los ucranianos a la sociedad japonesa, dijo que inicialmente Japón no se la había cruzado por la cabeza como un lugar al cual mudarse porque pensaba que era caro y no muy abierto a recibir personas desplazadas. “Pero luego de llegar, recibí ayuda de parte de las personas, de organizaciones de apoyo y del Gobierno”, señaló. 

Si bien ella ahora se siente a salvo, su corazón está siempre cerca de Ucrania. Comienza su día leyendo noticias y mirando programas en ucraniano.  

Olga le habla a diario a su madre que está en Luhansk, en modalidad virtual, pero se cuida de no manifestar cómo la guerra la sigue preocupándola. “Sé que mi madre sufre, así que no hablamos de la guerra”, dijo. “Ella está feliz porque ahora yo tengo una vida segura aquí en Japón”.  

“Tengo el sueño de traer a mis padres a Japón. Pero no es realista, sobre todo por sus edades y porque tienen un trabajo. Estoy contenta porque mucha gente cree que Ucrania va a poder recuperar la paz, pero ¿qué pasará si eso no ocurre? Ucrania ya ha perdido muchas cosas. Intento pensar en mi futuro, pero no puedo hacer muchos planes por ahora”. 

“It is my dream to bring my parents to Japan, but it is not realistic considering their age and work. I am glad that many people believe Ukraine is going to have peace, but what will happen if it doesn’t? Ukraine already lost so much. I try to think about my future, but cannot come up with any plans for now.”

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