Imanu de treinta años creció huérfana, fue criada por sus abuelos en un pequeño pueblo de Uganda. Inmediatamente después de haber terminado la escuela secundaria, se casó y muy pronto se convirtió en madre de tres hijos. Después de que su matrimonio llegara a su fin, Imanu se enfocó en la crianza de sus hijos.

“Me esforcé mucho para paliar las necesidades básicas de mis hijos, incluyendo alimentos y educación”, dijo Imanu. “Tengo una gran deuda con mis abuelos quienes me han ayudado a lo largo del camino”.

En medio de las adversidades de la vida, Imanu se enteró por medio de parientes y amigos que había oportunidades laborales con salarios importantes en los países del Golfo. Gradualmente, la idea de migrar empezó a florecer en su cabeza.

Desafiando todas las advertencias y temores, viajó sin contarle nada a ninguno de sus parientes, dejándolo todo, impulsada por la esperanza de asegurar un futuro mejor para sus hijos.

A lo largo de su agotadora travesía, Imanu aceptó un empleo como casera en una pequeña aldea. Desgraciadamente su experiencia dio un vuelco amargo. “Les pedí que me pagaran pero la encargada me dijo que no me daría nada. Insistió en decir que comida a cambio de trabajo era más que suficiente”.


Junto a la Dra. Mona, Imanu logra sanarse a través de una actividad terapéutica de dibujo. Foto: OIM/Basma Ali Mubarak

Imanu fue luego traficada a Yemen, en donde otra familia la tomó como empleada. Allí, lamentablemente, volvió a ser explotada y fue forzada a trabajar a cambio de nada. Su empleador la hostigaba cuando ella se atrevía a reclamar por sus derechos.

“Con frecuencia yo pensaba en escapar pero vivíamos en una zona árida en medio de las montañas y no había otras casas cerca, de modo tal que era totalmente imposible para mí escapar”, explica Imanu.

En los meses siguientes planificó su escape meticulosamente. A veces se le cruzaba por la cabeza la idea de quitarse la vida como una forma desesperada de poner fin a su sufrimiento.

“Cuando esos impulsos suicidas aparecían, los rostros inocentes de mis hijos y sus dulces risas me traían de regreso y lograban que yo tolerara la amargura de mis días”, dice.


Una comunidad de mujeres en el centro, cada una de ellas con un viaje especial, se congregan para sanar e inspirarse mutuamente. Foto: OIM/Basma Ali Mubarak

Eventualmente Imanu logró reunir el coraje para escapar. Se embarcó en un peligroso viaje que se extendió por cuatro semanas en las cuales se sintió agonizar. Descubrió un camino por el cual pasaban vehículos y se refugió en un auto roto. En este santuario temporal, los viajeros y migrantes que pasaban se convirtieron en su cuerda salvavidas pues le ofrecían comida y agua.

“Me quedé en ese auto hasta que un autobús se detuvo y una mujer salió de él”, recuerda. “Era como un ángel, urgiéndome a unirme a ella. Inicialmente dudé de si debía hacerlo o no, pues había perdido la confianza en todas las personas”.

La Dra. Mona, una psiquiatra que trabajaba en la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en Adén, Yemen, se sintió profundamente conmovida la primera vez que se cruzó con Imanu. “Una vez que estuvo de acuerdo en venir conmigo, la acompañé hasta los Cuidados de Base Comunitaria (CBC) de la OIM en donde la ayudé a bañarse”.

El equipo médico móvil de la OIM intentó hablar con ella pero no respondía. Durante los primeros meses en el CBC ella no podía hablar, sintiendo miedo de todas las personas que intentaban acercársele. Sin embargo, el equipo con mucha paciencia la ayudó a abrirse nuevamente a través del dibujo y de otras actividades terapéuticas.

“He estado recibiendo cuidados y apoyo por más de un año en el CBC de la OIM en Adén”, dice Imanu. “Amo a todas las personas que están aquí, como si fueran mi familia; compartimos los alimentos y escuchamos las dolorosas historias que cada uno cuenta, pero nos sentimos orgullosos porque las hemos superado”.


Imanu encuentra una voz en sus dibujos, reflexionando acerca de su viaje de fortaleza, esperanza y sanación. Foto: OIM/Basma Ali Mubarak

La OIM también le brinda su apoyo a los migrantes varados en Yemen a través de su programa de retorno humanitario voluntario. Con el corazón lleno de optimismo, Imanu ahora cree que en un futuro no muy lejano volverá a reencontrarse con sus hijos.

La asistencia de protección de la OIM por medio de los Puntos de Respuesta a Migrantes y los CBC en Yemen reciben el apoyo de la Dirección General de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Unión Europea, de la Oficina de Población, Migrantes y Refugiados del Departamento de Estado de los EE.UU. y del Gobierno de Alemania.