Encontré paz en otro país

Atabuddin llegó a Malasia hace ocho años. Forma parte de un grupo de aproximadamente un millón de rohingyas que escaparon de Myanmar y buscaron refugio en Asia. Poco más de 100.000 se fue a Malasia.

“Donde yo vivía no había oportunidades”, dice, recordando la violencia y la persecución que él y otros tuvieron que enfrentar en el Estado de Rakhine donde vivían.

Su arduo viaje a Malasia llevó varios meses.

Viajó a Yangon en una embarcación y luego siguió rumbo a Myawaddy para cruzar hacia Tailandia, atravesando el sur del país de a pie antes de ingresar a Malasia.

Sin que haya gran diferencia con lo que otros cientos de miles de rohingyas están padeciendo, fue un viaje lleno de peligro. Además de estar expuesto a la trata y la explotación, las vidas de los rohingyas quedan con frecuencia a merced de los traficantes. Sea que se desplacen por tierra o por mar, muchos lamentablemente pierden la vida a lo largo del camino.

Atabuddin estuvo viviendo en Malasia por más de ocho años, tras haber escapado de la persecución y la violencia en su lugar de origen.IOM/Azwan Rahim

A pesar de lo que ha experimentado en su viaje, Atabuddin tiene una actitud positiva.

“La vida es mejor aquí. Podemos vivir como una familia. Nos sentimos mucho más seguros. Las personas que nos rodean comparten los mismos valores culturales”, expresa – destacando que sin embargo, extraña muchísimo a una de sus hijas que se ha quedado en Myanmar y que no pudo escapar con él.

Atabuddin enfatiza que el apoyo que recibe de compatriotas rohingyas en su comunidad ha sido vital, en especial durante la pandemia de COVID-19.

Cuando vemos que algunas personas están luchando tanto, les ofrecemos comida gratis o descuentos en las compras de mercaderías en los negocios

Si bien el estigma y la discriminación por parte de las comunidades de acogida siguen siendo un verdadero desafío para los rohingyas, Atabuddin bromea diciendo que “cualquier discriminación que podamos llegar a sufrir aquí nunca va a ser peor que la que padecíamos en casa”.

En general Atabuddin está muy contento de volver a sentirse seguro en otro país.IOM/Azwan Rahim

Confiesa que este último tiempo ha estado luchando para poder llegar a fin de mes, sobre todo porque ha estado con problemas de salud que se agravaron por la falta de oportunidades para generar un ingreso durante la pandemia.

En respuesta a esto la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) le brindó apoyo en efectivo a Atabuddin, entregándole 1.500 MYR (suma equivalente a 350 dólares EE.UU.) para ayudarlo a pagar la renta. Esta ayuda se enmarca en el programa de asistencia para la renta de la OIM, basado en la entrega de dinero en efectivo y que es financiado por la Unión Europea. Está dirigido a los refugiados rohingyas que enfrentan el riesgo de ser desalojados.

Por medio de un proceso de evaluación la OIM selecciona a los refugiados más vulnerables que necesitan acceder a asistencia, incluyendo a las familias con mujeres a cargo, familias con menores

víctimas de violencia basada en género, padres que están solos, personas desempleadas y otras con condiciones médicas críticas.

Mientras Atabuddin observa con orgullo a su esposa que acaba de sacar algunos materiales de estudio que usa para educar a su nieto en casa, dice: “Por más que un día muera aquí, estoy feliz, pues me siento en paz”.

Esta historia fue escrita por Miko Alazas, Oficial de Prensa de la OIM, aalazas@iom.int.