Cuando todo parecería perdido, regresar al hogar se convierte en la salvación

En su hogar, Abeba* hacía algo de dinero vendiendo verduras. Sus vecinos le contaron que otras personas de su comunidad habían logrado obtener mayores ingresos en el Reino de Arabia Saudita. Impulsada por su sueño de ganar más dinero para comprarle una casa a su familia, también ella decidió irse.  

“En la costa de Somalia, los traficantes nos amontonaron en embarcaciones que no eran aptas para navegar en el mar y nos llevaron por el Golfo de Adén rumbo a Yemen”, Abeba recuerda.  

“Éramos unas 100 personas en la embarcación. En medio del mar, sacábamos el agua con las manos para evitar hundirnos”.  

Abeba fue una de las que logró llegar viva a la costa. Ella logró reunir la cantidad adicional de dinero que los traficantes le habían pedido para poder llegar a Sa’dah, una ciudad en la frontera con Yemen y con el Reino de Arabia Saudita. Allí ella se quedó con su hermana esperando poder seguir con su viaje.  

Un día un misil cayó sobre su casa y su vida cambió para siempre.  

“De repente hubo una explosión”, dice Abeba. “Perdí a mi hermana, y terminé herida y quemada. Después del ataque uno de mis parientes me llevó al hospital y contactó a mi familia en Etiopía que pagó mi tratamiento”.  

La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y su equipo de salud la recibieron en el hospital en Sana’a y cubrieron el costo de su tratamiento.  

“Después de haber salido del hospital me mudé a este establecimiento en Sana’a, en donde además de albergue, me brindaron apoyo psicológico y tratamiento adicional. Mi viaje fue terrible, yo quería irme a casa. Yo sigo advirtiéndoles a los que planean venir a este lugar que no lo hagan porque no quiero que nadie tenga que atravesar las duras experiencias que yo viví”. 

Había unas 100 personas en la embarcación. En medio del mar, tuvimos que sacar el agua con las manos para evitar hundirnos.