Un sentido de pertenencia: una joven mujer siembra las semillas de confianza y coraje lejos de su hogar

Pretoria – “Cuando llegué a Sudáfrica tenía miedo porque no conocía el idioma local. Tenía temor de tomar el transporte público porque no sabía cómo comportarme dentro de la comunidad. Tenía miedo de caminar en la calle —todo me daba miedo”, recuerda Jennifer.

“En ese momento yo pensaba que Sudáfrica era el único lugar seguro al cual podía ir”, dice esta persona de 42 años, oriunda de Uganda, que llegó a Sudáfrica como solicitante de asilo en 2012 y ahora vive en KwaZulu-Natal, una provincia costera de este país, conocida por sus playas y montañas.

“La primera vez que yo escuché que en las comunidades a los extranjeros se los perseguía, recibí un llamado de una sudafricana que estaba preocupada por mí por ser extranjera, me preguntó si estaba bien, luego me invitó a ir a su casa para almorzar junto a su familia”, relata. Una vez que se conoció la noticia de que los migrantes estaban siendo perseguidos en cada municipio, la amiga nueva de Jennifer le envió una dirección y la puso en contacto con un taxista local. “Cuando llegué me di cuenta de que ella había invitado a muchas personas y me presentó a su familia, amigos y vecinos”, cuenta Jennifer.

Durante la capacitación las mujeres aprendieron sobre costura, diseño de modas, marketing y gestión de negocios.
OIM/Reneilwe Moningi

Fue ese día que yo me sentí segura por primera vez desde mi llegada – sentí como que finalmente me encontraba en mi hogar. Podía reírme libremente sin sentir temor. Y fue ese día que me di cuenta de que había gente allí afuera a la que le agradaban los extranjeros

Un domingo en la escuela, se hizo una convocatoria para las mujeres que estuvieran interesadas en una capacitación sobre costura en el centro comunitario. “Yo decidí probar suerte y por eso presenté mi nombre y muy pronto fui invitada a comenzar con mi capacitación”, recuerda. “En ese lugar conocí a mujeres de Ruanda, República Democrática del Congo, Burundi, Uganda, Lesotho, y mujeres sudafricanas de las Provincias de Eastern Cape y Free State”.

Durante la capacitación las mujeres compartieron sus experiencias y aprendieron acerca de costura, diseño de modas, marketing y gestión de negocios.

“La capacitación nos acercó tanto que terminamos compartiendo recetas de cocina y enseñándonos mutuamente palabras en nuestra lengua materna. Fue ese fin de semana que yo me di cuenta de que todas comíamos el mismo tipo de comida, que teníamos palabras parecidas en nuestros idiomas y que usábamos atuendos tradicionales similares”, recuerda Jennifer.

Jennifer da una entrevista acerca de su experiencia como migrante de Uganda en Sudáfrica.
OIM/Reneilwe Moningi

“La capacitación también nos brindó la oportunidad de concurrir a diálogos comunitarios y de interactuar con otros integrantes de la comunidad acerca de cuestiones que afectan tanto a los migrantes como a la comunidad. La reuniones cubrieron temáticas tales como la cohesión social y la consolidación de la paz”.

“La comunicación es un elemento clave de la coexistencia pacífica”, dice.

“Durante los diálogos nos dimos cuenta de que cuando nos comunicamos aprendemos mucho del otro, nos comprendemos mejor y podemos resolver muchas diferencias antes de que se profundicen. Ahora nos cuidamos los unos a los otros y confiamos en los demás”.

“Estoy contenta de haber tenido la oportunidad de ser parte de estos diálogos. Han cambiado mi percepción acerca de cómo nos ven aquí en tanto migrantes. Podemos ver la diferencia, podemos ver un cambio en las actitudes”.

Durante la ceremonia de graduación en mayo de 2022 la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), por medio de fondos aportados por el Fondo Fiduciario de Asociados Múltiples para la Migración (MPTF), sorprendió a las graduadas con la entrega de máquinas de coser que las ayudarán a dar inicio a sus emprendimientos.

“Cada máquina de coser le fue entregada a un par de personas compuesto por una sudafricana y una migrante, de modo que pudiésemos seguir trabajando juntas”, explica Jennifer. “Esto nos ha unido aún más y ha estrechado el vínculo que ya teníamos”.

Cada par compuesto de una sudafricana y una migrante recibió una máquina de coser, para que pudieran continuar trabajando juntas.
OIM/Reneilwe Moningi

Esta historia fue escrita por Reneilwe Harriett Moningi, Asistente Sénior de Comunicaciones en la OIM Sudáfrica, remoningi@iom.int.