Promoción de la resiliencia: un padre se reinventa en medio del caos

Usando el horno que él mismo construyó, Azmaray está horneando pan pita casero para los residentes de Barma.
OIM/Léo Torréton

Barmal – Cae la noche en Barmal—uno de los pueblos más afectados por el violento terremoto que asoló a la Provincia de Paktika en Afganistán en junio de 2022.

El invierno se siente cada vez más a medida que pasan los días. El resplandor de una fogata en un albergue temporal ilumina los escombros que hay alrededor, mientras el olor de pan caliente se cuela entre los albergues recientemente construidos cerca de lo que solía ser un campamento para trabajadores humanitarios, que ha brindado asistencia a los afectados por el terremoto.

Mientras cae la noche, Azmaray, de 57 años, se acerca a la fogata para calentarse las manos. “Estos serán los últimos panes pita que voy a amasar antes de volver a conducir”, explica. Con el cierre del campamento temporal el negocio de Azmaray empezó a mermar, por eso decidió irse de Paktika a la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales.

Abdullah Jan, uno de los empleados de Azmaray y amigo cercano, viene a dar una mano en la preparación de la última tanda de pan pita de la panadería.
OIM/Léo Torréton

Azmaray conoce Barmal muy bien, nació y se crió aquí. “En agosto de 2021 perdí mi única fuente de ingresos y ya no conté con medios como para poder llevar un plato de comida a la mesa familiar”, recuerda Azmaray.

Como muchos otros afganos que han perdido sus puestos de trabajo y medios de subsistencia, Azmaray decidió irse a Pakistán a la búsqueda de nuevas oportunidades de trabajo. Allí pasó algunos meses antes de regresar a Afganistán. De regreso en su hogar, sacó un préstamo, compró un auto, y comenzó a trabajar como chofer, ayudando a las personas a viajar entre provincias cercanas.

“Una noche, cuando estaba trabajando como chofer independiente, llevé a los empleados de una organización desde Argon a Barmal. Esa noche no pudimos encontrar ningún lugar para cenar, por eso regresé a mi tienda y tuve que dormirme con el estómago vacío”.

Tras el terremoto de 2022, Azmaray decidió abrir una panadería que lo iba a ayudar a generar un ingreso pero que también beneficiaría a la comunidad afectada por el terremoto.
OIM/Léo Torréton

Tras el terremoto de 2022 la mayor parte de las cosechas terminaron destruidas y los suministros de alimentos comenzaron a escasear. Para poder lidiar con esta situación la comunidad humanitaria distribuyó asistencia de emergencia, la cual incluyó tiendas y artículos no alimentarios entre las familias vulnerables, y en poco tiempo se estableció un campamento temporario para brindar alojamiento a los trabajadores humanitarios. ,

Siendo testigo de las urgentes necesidades que había en terreno, Azmaray vio una oportunidad de hacer algo de dinero y a la vez, de ayudar a la comunidad afectada por el terremoto.

Pensé que sería una muy buena idea abrir una panadería justo aquí en Barmal, para preparar pan fresco que yo podría venderles a los residentes y ganar algo de dinero para mi familia

Cada noche la panadería de Azmaray creaba un entorno propicio para que tanto los trabajadores humanitarios como los residentes se reunieran y conversaran mientras esperaban en torno al horno caliente a que su pan pita estuviera listo. Hacer una parada en la panadería muy pronto se convirtió en un ritual para muchos transeúntes que pasaban por ahí y también para los residentes de la zona.

El campamento termporal cerró muy pronto luego de que se implementara la respuesta de albergues de emergencia, a través de la cual se entregaron kits de albergues, se proveyeron servicios de Agua, Saneamiento e Higiene para Todos (WASH) y también apoyo de salud.

“Durante el tiempo en que el campamento estuvo abierto, hicimos cerca de 480 panes pita por día. Las organizaciones humanitarias, las autoridades, y los residentes por igual solían comprarnos pan. Teníamos unas 10 personas trabajando aquí con nosotros”, cuenta.

“Nuestra situación actual nos está forzando a mudarnos todo el tiempo para encontrar nuevas formas de paliar nuestras necesidades, pero lo bueno es que ahora nosotros ya estamos acostumbrados a reinventarnos”.

Esta historia fue escrita por Léo Torréton, Oficial de Prensa de la OIM Afganistán, ltorreton@iom.int.

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