
Wah Wah
Wah Wah está orgullosa de poder hacer su trabajo. Está luchando para que sus contribuciones sean valoradas, como las de cualquier otra persona.
Después de haber finalizado la escuela secundaria hace ya 24 años, Wah Wah tuvo que luchar para encontrar trabajo en su ciudad natal en Myanmar – debido a la inestabilidad política y a un mercado laboral muy competitivo.
“Quien era mi vecino en aquel momento y que se encontraba trabajando en Tailandia me contó acerca de las oportunidades laborales allí y acerca de la posibilidad de ganar mucho más dinero”.
Intrigada por esa posibilidad y por la esperanza de tener una vida mejor, se mudó a Tailandia. El mismo vecino la ayudó a encontrar un trabajo como vendedora en una tienda en Mae Sot, al norte de Tailandia.
Después de cuatro años de haber trabajado en Mae Sot*, ella se mudó a Bangkok. Una trabajadora migrante compatriota de Myanmar se la presentó a un empleador que buscaba una trabajadora doméstica.
Desde aquel momento, durante los últimos 20 años, ella ha estado trabajando como trabajadora doméstica. “Trabajar como empleada doméstica no ha sido para nada fácil. Seguimos enfrentando discriminación y desafíos para acceder a la protección social. La cantidad de horas que debemos trabajar nunca es fija y nos queda poco tiempo libre”.
La situación empeoró cuando quedó embarazada. Puesto que las trabajadoras domésticas en Tailandia no están cubiertas por un seguro por maternidad, no pudo seguir trabajando y tuvo que depender del pequeño salario de su esposo.
“No pude trabajar durante mi embarazo. Luchamos para poder cubrir los gastos del hospital y nos quedamos con una cantidad mínima para poder arreglarnos con los gastos de nuestro recién nacido. Debido a ello, tuve que volver a trabajar después de algunas semanas de haber dado a luz, dejando a mi hijo al cuidado de mis parientes”.
Después de esta mala experiencia, Wah Wah ha estado muy atenta en lo relacionado con aprender acerca de sus derechos como empleada doméstica y la defensa de estos.
“Merecemos el mismo acceso que todos a la protección social”
“Como cualquier trabajador, contribuimos con la economía. Limpiamos, cocinamos y cuidamos de la familia y el hogar de nuestro empleador o empleadora mientras ellos están trabajando. Yo cuido de la familia y el hogar de mi empleador como si fueran míos. Hago bien mi trabajo, para que a su vez mi empleador pueda contribuir de manera productiva con la economía tailandesa”, dice ella.
“Mis derechos en tanto trabajadora doméstica son tan importantes como los derechos de cualquier otro trabajador o trabajadora”.
Caption: Wah Wah concurre a una capacitación para el desarrollo de habilidades digitales para prepararse e iniciar su propio negocio de comidas de regreso en su hogar. IOIM/Anushma Shrestha
Wah Wah dice que ser empleada doméstica le ha permitido mantener a su familia y ahorrar algo de dinero.
“Un día me encantaría poder abrir un pequeño restaurant de regreso en mi país. Yo ya tengo experiencia en ventas adquirida en mi anterior empleo en un negocio de venta de ropa y algunas habilidades para la industria de la hospitalidad que adquirí como empleada doméstica”.
También espera poder mejorar sus capacidades digitales y para emprendimientos. Habiendo participado en talleres para el desarrollo de capacidades y para el tendido de redes entre pares, ella cree que se encuentra tan sólo a un paso de lograr concretar sus sueños.
*Nota: Los trabajadores migrantes en Tailandia a menudo regresan a sus países de origen en medio de períodos de empleo. De acuerdo con la ley tailandesa, después de cuatro años de haber trabajado los trabajadores migrantes deben regresar a sus países de origen por un mes.
Wah Wah es una de los más de 5.900 trabajadores migrantes (cifra a noviembre de 2022) en Tailandia que se han beneficiado con capacitaciones para el desarrollo de capacidades por medio del Programa de la OIM Reducción de la Pobreza por medio de la Migración Segura, del Desarrollo de Capacidades y el Mejoramiento de la Colocación en Empleos (PROMISE) – que es una iniciativa regional que busca aumentar el acceso de los trabajadores migrantes a un empleo redituable y a una protección mejorada.
Como cualquier otra trabajadora, contribuimos con la economía. Cuido del hogar y de la familia de mi empleadora como si fuera la mía. Mis derechos como trabajadora doméstica son tan importantes como los derechos de cualquier otro trabajador.