Soñando con la tranquilidad y la estabilidad

En Montecristi, una pequeña ciudad en la República Dominicana, Olin, migrante de 48 años, sueña con tener una vida tranquila. A los 10 años llegó al país para reunirse con su madre en Batey* Peligro, una comunidad rural en la provincia de La Romana. Desde ese momento trabaja como empleado de granja.  

Como promotor comunitario de salud, Olin apoya a la organización de ayuda humanitaria CESAL, la cual convoca a la comunidad para compartir charlas informativas. Olin ayuda con la traducción al Creole.
IOM

A pesar de no tener educación formal, Olin está muy orgulloso de su trabajo y cultiva bananas y arroz en Palo Verde, una provincia cercana. Olin es padre de cinco hijos, de los cuales el menor vive con él en la República Dominicana y los otros cuatro se han quedado en Haití para poder ir a la escuela. Olin es consciente de que sus hijos no tienen derecho a la nacionalidad dominicana pues nacieron de inmigrantes en condición irregular. A Olin le preocupa el futuro de sus hijos, pero sigue con una determinación a toda prueba en lo que se refiere a garantizarles acceso a educación y la posibilidad de puedan cumplir sus sueños.  

En 2015, Olín pudo regularizar su situación migratoria en el marco del Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE) el cual fue iniciado por el Gobierno de la República Dominicana para abrir un camino para la migración ordenada a favor de migrantes sin documentos. Olin está muy agradecido por esta oportunidad, en especial a su empleador, productor de bananas, que lo ayudó en ese proceso. Sin embargo, como muchos otros que han participado en el programa, la tarjeta de residencia de Olin ha vencido.  

Olin brinda su apoyo a las charlas informativas para los trabajadores que cultivan bananas en la zona de Montecristi (República Dominicana) traduciendo tales charlas al Creole.
IOM

La renovación de un carné de identificación requiere de un pasaporte válido, un documento al que muchos inmigrantes haitianos no pueden aspirar o al cual no tienen acceso. Olin en un día normal de trabajo, por ejemplo, apenas si gana lo suficiente como para poder sobrevivir, y no le alcanza para renovar su tarjeta de residencia, quedando en condiciones de poder ser deportado en cualquier momento. Esta situación es grave para miles de haitianos que trabajan en granjas en la República Dominicana y que deben enfrentar numerosos desafíos para acceder a servicios esenciales y a documentación legal.  

De acuerdo con un estudio realizado por el Instituto Nacional de Migración (INM RD), más del 90 % de los trabajadores operativos en el sector agrícola de la República Dominicana son extranjeros que sin duda alguna son una piedra angular para el sector de la agricultura y la alimentación de ese país. Por medio de su trabajo Olin y otros como él han contribuido a la economía y a la cultura de la República Dominicana. Desean poder vivir sin miedo a ser deportados y con la capacidad de poder acceder a los servicios esenciales como los de educación y cuidados de la salud.  

Lo que más me gustaría es tener mi permiso de residencia para poder vivir tranquilo.

Olin, migrante de Haití, ha estado trabajando en granjas dedicadas al cultivo de bananas en la República Dominicana desde los 15 años.
IOM

* Las Bateyes son poblaciones rurales construidas cerca de plantaciones de bananas, azúcar y tabaco, en condiciones muy humildes. En ellas viven principalmente familias de origen haitiano.